domingo, 6 de octubre de 2013

Relatos y aventuras de cada día

Cada momento un mundo... Cada mundo una historia... Cada historia una vida... Cada vida una aventura...

 Primer día
Brady necesitaba fumarse un cigarrillo, llevaba media mañana esperando. La desesperación por inspirar e expirar nicotina no  dejaba en paz su mente Su temor y su humor se agriaban por minutos. Estaba cansado, había dormido muy poco. La cita con Yeselle no le había permitido descansar lo suficiente pero, lo peor era haber extraviado  uno de los monederos y ver como se lo llevaba aquella zorra.  No podía arriesgarse a salir de la estación, no podía despistarse un solo instante, tenía que recuperar ese monedero antes de que Yeselle se enterase. De momento el chovo y el chiqui no habían dicho nada, esperaban impacientes en el garaje a que él llegara con la parte del lote perdido.  Yeselle  no aparecería por el garaje hasta bien entrada la tarde. Disponía de pocas horas para recuperar el monedero y depositarlo junto con todo el paquete, si Yeselle se enteraba de que habían perdido uno de los monederos y no lo habían recuperado se lo haría pagar muy caro. Brady se preguntaba que haría Yeselle con todos aquellos monederos baratijas de procedencia China. Él conocía los ambientes en que se movía Yeselle, los negocios a que se dedicaba y no le encajaba entre ellos la venta a inmigrantes manteros de mercancías  para ser revendidas, eso no proporcionaba las cantidades de dinero que movían a Yeselle.  Tal vez su amigo hubiese abierto una nueva línea en sus negocios que él desconociera, lo extraño  de todo es que no les había querido decir porque era importante que todos los monederos baratija llegaran al lugar acordado y no faltase ninguno. A lo mejor solo les dijo eso para que fuesen cuidadosos con su encargo. Ahora debería estar descansando junto a Cornie, Melise, o cualquiera de las chicas de La Pantera Rosa, y en vez de eso,  estaba esperando a una zorra desconocida, a la cual  odiaba con toda su alma,  para hacerla entregar uno de los monederos de  Yeselle . Ya no se le escaparía más veces, si hacía falta la mataría. Mientras Brady se entregaba a sus pensamientos, los trenes pasaban cada muy poco tiempo, pero en ninguno viajaba su presa.








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